Monday, July 21, 2008

Un trozo de "El perfil de la cordura"

G.K. Chesterton


Se me ha pedido que vuelva a publicar estas notas, aparecidas en un semanario, como esquema general de ciertos aspectos de la institución de la propiedad privada, ahora tan completamente olvidada en medio de los alborozos periodísticos sobre la empresa privada. El hecho mismo de que los editores hablen tanto acerca de esta última y tan poco acerca de la primera señala el tono moral de la época. Es evidente que el carterista es un defensor de la empresa privada. Pero quizá sería cxagerado decir que el carterista es un defensor de la propiedad privada. Lo característico del capitalismo y del rnercantilismo, scgún su procedimiento reciente, es haber predicado en realidad la extensión de los negocios más que la preservación de las posesiones; y aun en las mejores circunstancias han tratado de adornar al carterista con algunas de las virtudes del pirata. Lo característieo del comunismo es que sólo reforma al carterista prohibiendo los bolsillos.

En general, me parece que los bolsillos y los bienes no sólo tienen justificación más normal, sino también más digna que el individualismo algo bajo que habla acerca de la empresa privada. Con la esperanza de que puedan ayudar a otros a comprenderlo, he decidido reproducir estos estudios tales cuales están, precipitados y a veces simples apuntes que fueron. Es por cierto muy difícil reproducirlos en esta forma, porque fueron notas editoriales a una controversia en gran parte dirigida por otros; pero la idea general, por lo menos, está presente. De cualquier modo, "la empresa privada" no es una forma muy noble de afirmar la verdad de uno de los diez mandamientos. Aunque hubo un tiempo en que fué hasta cierto punto verdadera. Los radicales de Manchester predicaron una rivalidad más bien cruda y cruel; pero por lo mcnos ponían en práctica lo que predicaban. Los diarios que elogian ahora la empresa privada predican lo más opuesto a todo lo que todos sueñan con practicar. Toda industria y oficio tiende hoy, prácticamente, hacia las grandes combinaciones comerciales, a menudo más autoritarias, más impersonales, más internacionales que muchas de las naciones comunistas; cosas al menos colectivas si no colectivistas. Está muy bien repetir aturdidamente: “¿A dónde vamos con todo este bolcheviquismo?" Es igualmente apropiado agregar: "¿A dónde vamos, aun sin bolcheviquismo?" La respuesta obvia es: al monopolio. Por eierto que no a la empresa privada. Sería más exacto llamar juicio privado a la Inquisición española. El monopolio no es privado ni emprendedor. Existe para impedir la empresa privada. Y ese sistema de trust o monopolio, esa destrucción completa de la propicdad serían todavía la meta actual de todo nuestro progreso si no hubiera bolcheviquismo en el mundo.

Interview with Thomas Storck

On Cooperative Ownership

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